Polinesia Francesa
Ya sea por la lejanía de la zona o por el elevado coste de los billetes de avión, pocos de los que sueñan con las lagunas turquesas, las playas de marfil y las cabañas con tejados de paja de la Polinesia Francesa llegan hasta aquí. No tendrá que compartir las aguas cristalinas, la amabilidad de los lugareños y las vistas de postal con hordas de turistas.
Día 1: De Tahití a Moorea
Comience su chárter en Tahití, la mayor de las 118 islas y atolones que componen la Polinesia Francesa. Pase la mañana persiguiendo cascadas en el valle de Papenoo: ¡los helechos y musgos de color esmeralda intenso le dejarán maravillado! - antes de dirigirse a Moorea, la preciosa isla hermana de Tahití.
En Moorea hay mucho que hacer. Puede contemplar a los bronceados lugareños surfeando en espectaculares rompientes de arrecife, aprender a hacer kitesurf o recorrer arroyos y campos de piñas en quad.
Al final del día, diríjase a un restaurante situado junto al mar para degustar el marisco más fresco que jamás haya probado.
Días 2 y 3: De Moorea a Huahine
Es imposible no sentir una gran reverencia por las aguas de Moorea, llenas de vida submarina y tonalidades doradas. Tanto si pasa el día nadando con tortugas marinas verdes, avistando majestuosas ballenas jorobadas o navegando en kayak por calas secretas para avistar mantarrayas, la experiencia le resultará envolvente e inolvidable.
De vuelta a bordo, charle sobre las aventuras del día mientras degusta cócteles de ron con infusión de frutas y admira la puesta de sol en un cielo teñido de frambuesa. Una travesía nocturna le llevará a Huahine, con sus escarpadas montañas y sus bahías con postes de viaje, posiblemente una de las islas más pintorescas de la Polinesia Francesa.
Día 4: De Huahine a Raiatea
Aquí se puede practicar surf, submarinismo y explorar yacimientos arqueológicos. Otras actividades que pueden venir a la mente son montar a caballo por playas blancas como la nieve, explorar coloridos jardines de coral o disfrutar de aventuras en canoa con balancín. Pero la vida se mueve lentamente bajo el sol del Sur. Pronto descubrirá lo fácil que es relajarse y hacer muy poco.
Un corto viaje le llevará a Raiatea. Aquí podrá visitar el Marae Taputapuātea, el templo más sagrado de la Polinesia Francesa, ver la flor más rara del mundo, la tiare 'apetahi, o subir al monte Tapioi para disfrutar de unas vistas impresionantes.
Días 5 y 6: De Raiatea a Taha'a
Taha'a tiene aún menos visitantes y complejos turísticos que la mayoría de sus islas vecinas. Es la escapada definitiva para alejarse de todo.
Valles verdes y laderas inclinadas, salpicadas de plataneras, sandías y cocoteros, definen su interior, y el dulce aroma de la vainilla impregna el aire. Taha'a produce el 80% de toda la vainilla de Tahití, por lo que es imprescindible visitar una plantación. Tras la visita, podrá comprar vainilla fresca o productos a base de vainilla para llevar al barco. Pida al chef que le prepare helado de vainilla de postre para culminar otro día perfecto en el paraíso.
Día 7: De Taha'a a Bora Bora
El gran final de su viaje en yate por la Polinesia Francesa es Bora Bora, la isla de ensueño. Con su importante franja de azules deslumbrantes y sus elevados picos cubiertos de selva tropical, Bora Bora ofrece un telón de fondo digno de su último día en el paraíso de los carteles de viaje. Pase la tarde tumbado en una playa dorada antes de brindar con sus amigos en un islote de arena. También puede llenar el día de aventuras llenas de acción. Hay un amplio abanico de experiencias para todos los gustos, desde submarinismo y snorkel hasta senderismo y parasailing.